En nuestro Blog identificamos los nuevos desafíos que deben abordarse con eficacia para reducir las brechas de habilidades digitales.
Se necesita aprender qué habilidades necesita para la fuerza laboral del futuro, donde se enfrentará a una serie de términos que se superponen pero no son sinónimos. Las habilidades digitales, las competencias digitales, las habilidades del siglo XXI, las capacidades digitales y las alfabetizaciones digitales son conceptos ligeramente diferentes que han cobrado impulso en los círculos de política e investigación.
Navegar a través de estos conceptos para comprender qué habilidades se requieren para un mundo cada vez más digital puede ser un ejercicio desafiante. Es adquirir una nueva mentalidad, lo que significa que aprender e adquirir nuevas habilidades y nuevos conocimiento, es una oportunidad de vida y logro.
El crecimiento de la sociedad global del conocimiento y la integración rigurosa de las TIC requieren que una generación que posea habilidades digitales esenciales para el empleo y la participación en la sociedad. Vamos encaminados hacia la nueva era Web 4.0, donde es de suma importancia que las habilidades digitales, se examinen para futuras oportunidades de capacitación y para garantizar que los institutos de educación superior sigan siendo competitivos e innovadores en las tecnologías utilizadas en un conocimiento.
“El aprendizaje permanente es un acto continuo, voluntario
y auto motivado, para expandir el propio conocimiento”
La transformación de nuestra sociedad hacia la sociedad de la información y del conocimiento mediada por tecnologías, demanda una educación de calidad y la necesidad de hacer un uso reflexivo de las TIC a favor de los procesos de enseñanza y aprendizaje, plantean desafíos y reestructuraciones a la educación, debido al impacto y demandas que dichas transformaciones generan en la manera como la sociedad se organiza, trabaja, se relaciona y aprende.
Uno de los desafíos que plantean dichas condiciones se relaciona con el replanteamiento de las funciones de la enseñanza y de los profesionales que la ejecutan: los docentes. Es importante asumir este desafío bajo la perspectiva de la formación profesional docente, en torno al desarrollo de habilidades que serían indispensables y necesarias para los desafíos que demanda el siglo XXI (Partnership for 21st Century Skills, 2009). Dichas habilidades se relacionan directamente con la vocación docente, su dimensión pedagógica y didáctica, que se hace evidente en el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje, en general, y que a partir de la incorporación de las TIC en la educación parecería recuperar la fuerza que había perdido (Larrosa, 2010), haciéndose indispensables en el perfil de un docente del siglo XXI.
Aunque las habilidades propuestas se ponen a consideración y se refieren a aquellas que todo docente debe tener (independientemente de que incorpore las TIC en su quehacer pedagógico), plantean condiciones en torno al ejercicio profesional docente, la vocación, la competencia profesional científica y técnica de la profesión, la actitud de apertura, la dedicación y el reconocimiento de los deberes y derechos éticos de su profesión con la sociedad (Larrosa, 2010), que determinarán en últimas el éxito de la incorporación de cualquier recurso en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Habilidades psicoeducativas: relacionadas con la capacidad para la creación de contextos educativos, el reconocimiento de problemáticas disciplinares o del entorno, la generación de experiencias que promuevan relaciones concretas con las problemáticas identificadas, la promoción de la reflexión y del pensamiento crítico y la evaluación integral del aprendizaje.
Habilidades vocacionales y de liderazgo: la disposición para la formación de personas, el manejo innovador y creativo de los recursos a los que tenga acceso y de las metodologías para la enseñanza y la evaluación, así como la habilidad para generar impacto e influencia, escuchar, preguntar, explicar y comunicar de manera efectiva.
Habilidades colaborativas y cooperativas: de la misma manera, la perspectiva y actitud hacia la comunicación con sus pares o colegas en una lógica de apertura a compartir información y conocimiento para mejorar los procesos de aprendizaje a partir de las características principales que le brindan las TIC (Martí, 2003).
Con relación a las habilidades de aprendizaje transversales a cualquier dominio ó área de conocimiento que el docente debe procurar desarrollar en los estudiantes, en concordancia con las principales perspectivas sobre Habilidades del Siglo XXI a nivel global se identifican las siguientes: Pensamiento Crítico, Pensamiento Creativo, Comunicación y Colaboración.
Pensamiento Crítico: Se refiere a las habilidades para utilizar diferentes tipos de razonamiento, hacer juicios y tomar decisiones apoyándose en la evaluación en evidencia y argumentos; y la resolución de problemas.
Pensamiento Creativo: Tiene que ver con la habilidad para la creación de nuevas ideas y con la posibilidad de relaborar y refinar sus propias ideas.
Comunicación: Hace alusión a la habilidad para comunicarse clara y efectivamente en diferentes formas y contextos.
Colaboración: Está relacionada con la habilidad para trabajar en múltiples equipos y con diferentes personas de manera efectiva y flexible.
En este sentido el rol del docente es más que nunca fundamental, ya que la formación y validación de dichas habilidades implica que el diseño, implementación y evaluación de escenarios educativos permitan enseñar a pensar y seguir aprendiendo autónomamente y aplicar los contenidos a contextos y desafíos de la vida real.
Sin embargo, el fortalecimiento de las condiciones de formación relacionadas con dichas habilidades debe resolverse a través de la investigación y a su vez ayudar a la construcción e implementación de programas de formación que consigan hacer realidad uno de los derechos más sagrados en la actual sociedad de la información y del conocimiento: el derecho a aprender.
Es importante que las instituciones y todos los organismos relacionados con la educación reconozcan que la formación docente en el proceso de enseñanza debe estar basada en datos que la investigación y la práctica brinden, con el potencial de guiar, sugerir críticas y formas de implementar, comprender e investigar la formación docente en un contexto social que se encuentra en permanente cambio, de tal manera que no se quede en un discurso vacío y sin impacto.
La primera alfabetización que las
personas reciben se relaciona de manera directa con los medios de comunicación
que predominan en esa época. Motivo por el cual, se considera que la
alfabetización informacional es la que de niños se recibe como primera
alfabetización; por lo cual, los adultos requieren alfabetizarse digitalmente
para adquirir nuevos conocimientos y destrezas relacionados con las nuevas
formas de crear, gestionar, transmitir, presentar y comprender el entorno
digital. (Alfabetización Digital en la Educación 2011, p.13).
En términos generales, la
alfabetización digital incluye tener conocimiento de diversas fuentes de
información digitales, criterios éticos para hacer uso de la información, hacer
uso y tenencia de dispositivos, entre otros elementos. Por lo que Guillén,
Ascencio y Tarango (2016, p.29-30), clasifican cinco dimensiones:
• Instrumental: se refiere al
conocimiento práctico y habilidades para el uso del hardware y software.
• Cognitivo-intelectual: trata de
los conocimientos y habilidades cognitivas específicas que permitan buscar,
seleccionar, analizar, interpretar y recrear la información con la finalidad de
otorgarle significado, analizarla críticamente y reconstruirla.
• Sociocomunicacional: relativa a
la habilidad para comunicarse eficazmente a través de las TIC, mediante el
desarrollo de textos de naturaleza diversa (hipertextuales, audiovisuales,
icónicos, tridimensionales, etc.). Además, está dimensión incluye el desarrollo
de normas de comportamiento que impliquen una actitud social positiva hacia los
demás como puede ser el trabajo colaborativo, el respeto y la empatía en redes.
• Axiológica: plantea la toma de
conciencia en cuanto a que las TIC inciden significativamente en el entorno
cultural y político de la sociedad, así como a la adquisición de valores éticos
y democráticos con relación al uso de la información
• Emocional: relativa al conjunto
de afectos, sentimientos y pulsiones emocionales provocadas por la experiencia
en los entornos digitales para el control de las emociones, el desarrollo de la
empatía y la construcción de una identidad digital caracterizada por el
equilibrio afectivo-personal en el uso de las TIC.
De acuerdo con la clasificación
anterior, los ejes a trabajar para una alfabetización digital deben cubrir las
cinco dimensiones, ya que en la articulación de ellas, las personas pueden
acceder a los beneficios sociales, culturales y económicos que las TIC ofrecen.
Es decir, se cumplen con las características que Gros y Contreras (2006, p. 45)
establecen de una persona alfabetizada digitalmente:
• Lleva a cabo juicios de valor
de manera informada, a partir de la información en línea al distinguir entre el
contenido y la presentación de ésta.
• Lee y comprende bajo
condiciones no secuenciales y cambiantes.
• Construye conocimiento propio a
partir de información confiable desde distintas fuentes.
• Utiliza diversos buscadores
internet.
• Gestiona el “flujo multimedia”
al establecer la estrategia personal de información con la elección de fuentes
y medios de distribución.
• Es consciente y usuario de las
redes digitales para compartir, debatir y pedir ayuda.
• Evalúa los distintos sistemas
como herramientas de apoyo respecto a los formatos de contenido usuales y
evaluar y juzgar la validez de los materiales disponibles.
Las competencias digitales se definen como un espectro de
competencias que facilitan el uso de los dispositivos digitales, las
aplicaciones de la comunicación y las redes para acceder a la información y
llevar a cabo una mejor gestión de éstas. Estas competencias permiten crear e
intercambiar contenidos digitales, comunicar y colaborar, así como dar solución
a los problemas con miras al alcanzar un desarrollo eficaz y creativo en la
vida, el trabajo y las actividades sociales en general. (UNESCO, 2018)
Las habilidades y competencias que se demandan en la era digital son:
En general, se considera que las competencias digitales
básicas, o sea, las competencias funcionales fundamentales para el uso
elemental de los dispositivos digitales y las aplicaciones en línea, al igual
que las competencias convencionales de la lectura, la escritura y el cálculo,
son parte esencial de la nueva gama de competencias en alfabetización durante
la era digital.
El objetivo educativo en el uso de la tecnología es mejorar la retención de un contenido y simplificar su verdadero aprendizaje. El éxito en el aprendizaje no depende de la selección de una herramienta 2.0 u otra, sino del uso que se haga de ella.
Para el futuro, los grandes avances tecnológicos, tendrán una incidencia en las formas de trabajo y en las estructuras del mercado laboral. En materia de desarrollo de las competencias, se puede esperar muchos cambios tecnológicos, tanto en la reorientación profesional y nivelación profesional en lo relativo a las competencias de los adultos, como en la educación de los jóvenes y niños.
En este contexto, es vital que se desarrollen las competencias con miras a
anticipar la evolución de las necesidades en competencias digitales para el
trabajo y la vida. Los responsables políticos y las otras partes interesadas
deben prever las evoluciones futuras con miras a orientar y definir las
prioridades en materia de acciones políticas.
En los últimos 20 años la
tecnología ha reorganizado la manera en que vivimos, cómo nos comunicamos y
también cómo aprendemos. Los estudiantes entran en contacto con la tecnología a
edades muy tempranas y empiezan a aprender de una forma muy diferente a cómo lo
hicieron sus profesores.
La educación formal no puede ya
basarse en la simple memorización y reproducción de una información concreta,
que se encuentra en un libro de texto. El estudiante está acostumbrado a la
disponibilidad de nuevas tecnologías que utiliza a diario para el ocio y para
satisfacer sus propios intereses de aprendizaje, aunque en general se pierde
con el mar de información que existe en Internet y en discernir sobre la
fiabilidad de la misma.
Igualmente el mundo laboral
necesita de unos jóvenes con la capacidad de aprender en una era de información
abundante, accesible y en cambio constante.
El profesor debe ser capaz de manejarse en este nuevo
entorno digital aprovechando los conocimientos de otros compañeros,
participando en la creación de nuevas lecciones y compartiendo nuevas
experiencias de aprendizaje con la comunidad docente en la red. Con este fin el
profesor precisa desarrollar importantes competencias digitales que van más
allá de usar un procesador de textos o una hoja de cálculo.
Concretamente el
profesor necesita la habilidad de usar herramientas digitales para localizar,
evaluar, usar, crear y compartir nueva información. Igualmente debe ser capaz
de ejecutar y proponer tareas en un entorno digital, así como evaluar su
eficacia para introducir mejoras.
El profesor debe estar familiarizado y ser
competente en el manejo de soluciones de almacenamiento en la nube, redes
sociales como fuente de información y comunicación, software para crear
presentaciones multimedia y edición de imágenes, captura y gestión de la
información y publicar y compartir contenidos en la web.
Igualmente los
estudiantes se enfrentan también a una serie de riesgos y retos como el cyberbulling, la seguridad en la red, el control de la identidad digital y el
uso adecuado de las redes sociales.
El profesor de hoy debe poder educar y
proteger al alumno en estos temas y por tanto debe interesarse por estas nuevas
tecnologías, que quizás no le sean personalmente atractivas dada la diferencia
generacional.
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